Imaginá que salís a pasear con un amigo por la calle cuando de pronto aparece una persona gritando como loca en un tono muy agudo y, hablando un idioma que no entendés, comienza a tocarte por todos lados. ¿Qué sentirías? ¿Qué pasa si esa persona comienza a hacer lo mismo con un niño? Seguramente sería una situación muy incómoda de la que quisieras salir de inmediato o harías lo posible por sacar al nene de allí. ¿Pasa lo mismo con tu perro?
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Estamos seguros de que si estás acá es porque, como nosotros, amás a los perros. Quizá hasta podríamos sorprenderte saludando a cuanto perro se te cruce en la calle, manifestándo así, lo fan que sos. Pero no todos los perros son fanáticos del humano o de que los toque un extraño.
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La habituación a las caricias y a los extraños, no siempre es positiva. Los nenes, por ejemplo, al igual que los ancianos, para un perro no son «personas comunes». Se mueven diferente y hablan distinto. Y eso puede generarles algo de miedo. Lo mismo puede suceder con personas con características puntuales en su ropa, cabello y rostro, como tener anteojos por ejemplo. Y esta no habituación, puede desencadenar en estrés e incluso reactividad por parte del perro, lo que puede sin duda generar accidentes a terceros y un aprendizaje incorrecto en el perro.
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Siempre que desees acariciar a un perro desconocido, hablá primero con la persona que lo acompaña y preguntale si podés hacerlo y respetá su consejo. Y, sobretodo, hacé respetar el espacio personal de tu perro. Si sabés que no se siente cómodo, amablemente pedile a la persona que no lo acaricie. Con un poco de empatía podemos entender que un perro tiene también derechos y espacio personal. El Respeto ante todo.